Es una ilusión que sucede a causa de una mala utilización de los indicadores económicos, que no tienen en cuenta por lo general variaciones en el índice de precios, en los tipos de cambio o en la inflación entre otras.
Un ejemplo es el efecto de un incremento anual de los salarios (los precios de los recursos productivos en general), acompañado por una muy alta inflación. Se genera una ilusión
porque, una vez restada la inflación, el incremento real de los
salarios puede ser muy reducido o incluso negativo. A la inversa, si
sólo se toma en cuenta el índice de inflación, ignorando el aumento
nominal de los salarios (el cual puede ser superior en términos de poder
adquisitivo real), también se está frente a una ilusión monetaria.
En resumen, es la impresión que tienen los individuos y empresas
de haber aumentado o disminuido su capacidad de compra al haber sufrido
un cambio sus rentas nominales o los precios, cuando de hecho no toman
en cuenta la inflación (que produce una pérdida del poder adquisitivo
real) y/o los incrementos salariales (que pueden superar en términos
reales a la inflación).
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